Anastilosis virtual de la torre de la capilla de Santiago (Castillo de Alange, Badajoz)

En estos tiempos en los que las redes se llenan de comentarios sobre polémicas restauraciones como las del castillo de Matrera (Villamartín, Cádiz), Muralla de Jayrán (Almería) o la entrada al yacimiento de Torreparedones (Baena, Córdoba), escribimos sobre la necesidad de la anastilosis virtual como operación necesaria y obligatoria en el proceso de la elaboración del proyecto, en caso de que la misma sea posible y de la restauración virtual como fórmula para visualizar los resultados a la hora de dar a conocer dicho proyecto. 

De igual forma que es necesario que la información del registro arqueológico sea, no solo accesible, sino también comprensible por parte de quienes carecen de una formación especializada; en la arquitectura el proyecto de restauración debería ser perfectamente interpretado y visualizado. En este sentido juega un papel muy importante la virtualización, que permite mostrar al profano, que carece de la información suficiente para interpretar un plano y visualizar el objetivo, el resultado final de forma realista  antes de su ejecución. Esto llevaría a evitar sorpresas posteriores y polémicas sobre formas de intervención.

El proceso de virtualización nos permite no solo mostrar los resultados finales de cual sería el aspecto definitivo después de la intervención. También se trata de una herramienta básica para el estudio previo y conocimiento del elemento a restaurar. Llegados a este punto, reclamamos el buen uso de algunos términos que se han popularizado durante los últimos tiempos y que se vienen aplicando erroneamente a restauraciones virtuales. Nos referimos en este caso al uso de la palabra Anastilosis. Desde un punto de vista etimológico, el término  griego significa  ἀνά «hacia arriba» y στύλος «columna». Es decir, es el proceso por el cual, los elementos caidos, se levantan y se ponen en el lugar que originariamente ocuparon. Por lo tanto una anastilosis se podrá realizar exclusivamente en arquitectura y siempre y cuando existan elementos con entidad propia suficiente como para saber cual fue su posición original.

Aclarado el aspecto de la terminología, mostramos un ejemplo de anastilosis virtual que se realizó en el castillo de Alange y que fue presentado en el I Congreso Nacional de Ordenes Militares en Extremadura, celebrado en Garrovillas (Cáceres) en marzo de 2015. Extractamos a continuación parte del artículo publicado en las actas de dicho congreso.

El castillo de Alange (Alange, Badajoz) se ubica en el cerro del mismo nombre, a unos 480 m. de altitud, al oeste de la localidad, enmarcado por paredones rocosos cortados a plomo frente al valle del Matachel y pendientes fuertemente escarpadas en el resto que, en cierto modo, hacen innecesarias las defensas artificiales. Esta situación lo convierte en casi inexpugnable y le dan un valor estratégico que la Orden de Santiago aprovechó para considerarlo un emplazamiento defensivo clave junto a Mérida, Hornachos, Montemolín  y Reina por el este de la vía de comunicación norte-sur que unía Mérida y Córdoba.

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Castillo de Alange (Foto Arkeographos).

La fortaleza alangeña, antes de la conquista cristiana, ya había jugado un papel de cierta relevancia durante la dominación musulmana del territorio, como se desprende de la lectura de las fuentes árabes. Esto implica que su construcción de llevara a cabo en fecha todavía indeterminada pero, posiblemente, poco después de la ocupación de Mérida. De esta fase no se conservan documentos arqueológicos fehacientes pese a la interpretación que Mélida hizo de unos fragmentos de arcos, que consideró de herradura.

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Izq.: Dibujo de J. R. Mélida interpretando hueco como arco de herradura. Der.: Detalle de tarjeta postal de comienzos del siglo XX que probablemente sirvió de modelo para el dibujo de Mélida.

La fortificación  consta de varios recintos a diferentes cotas. Los inferiores en ninguno de los casos rodean por completo el cerro, sino que lo sectorizan aprovechando las formaciones naturales y la naturaleza agreste de las mismas. Los niveles de menor cota amurallados son los que delimitan la zona de los aljibes de la umbría y que protegen el acceso a la Puerta del Sol. En una línea superior y de manera muy fragmentada, pueden reconocerse restos de la cerca de la umbría que parten desde la zona este del cerro, recorriendo la ladera más escarpada que se ubica hacia la vertiente norte del cerro. Esta parte de la muralla debió funcionar como protección al acceso de los aljibes de la umbría.

En la cota más elevada del cerro se levanta el recito principal de la fortaleza y único que conforma una estructura arquitectónica cerrada. El recinto sufrió alguna ampliación en época cristiana, tal y como lo atestiguan los muros que en forma de L delimitan un espacio cerrado en la zona suroeste y cuyas construcciones interiores se superponen sobre la calzada original de periodo islámico.

La “Torre de la Capilla” o “Torre de la Campana”.

De esta forma es como se denomina en algunos documentos de la Orden de Santiago,  se ubica en extremo sureste del recinto alto del castillo. Por la zona occidental recibe la muralla que cierra el espacio entre esta torre y la torre maciza que se orienta al sur. Por la parte occidental, como consecuencia de la ruina de la torre, ha desaparecido todo rastro de la muralla que llegaba hasta ella.

Por los libros de Visita sabemos que la fortaleza de Alange tenía su capilla que, en los últimos años del siglo XV, estaba completamente arruinada. La primera mención de la capilla es de 1494: (…) “tornando al patin, va una bodega que es capilla en que esta un altar, çiertas ymagenes, e en medio Della un aljibe de agua, saliendo de la dicha capilla suben a un terrado e a los andenes del muro, todo esta muy reparado e adereçado de nuevo” (…)[1].  En 1515 se describe la capilla con las siguientes palabras: (…) “viose la iglesia de la dicha fortaleza que es su avocación de Santiago, es una boveda pequenna, esta baxo de la torre de la Canpana, tiene su altar” (…)[2]. En 1544 se reseña la capilla y el lugar donde está ubicada: (…) “en la zona del patio estaba la ermita de Santiago, cuyas proporciones desconocemos, cubierta con boveda y decorada con pinturas de historias de la Virgen en el altar; debajo del piso estaba al aljibe que recibía agua del patio y del que se sacaba a traves de una trampilla” (…). En cuanto a las obras, los visitadores hacen constar las condiciones en que se deben realizar: (…) “Item es condiçión que el muro alto de la ronda de la fortaleza de junto a la capilleja de Santiago que es un pedazo de muro que esta abierto e junto a el una torre de velas que el dicho muro se repare con su mezcla de piedra, cal y arena” (…) (…)”Item es condiçión que esta capilla que esta en el muro y adarve que da a una canal maestra y se reçuma el adarve y una boveda, que esto se remedie y repare poniendo a la canal sus buenas tejas labradas con mezcla de cal y arena y a la boveda echar una torta de cal y arena de dos dedos de grueso, como la dicha canal maestra quede bien hecha sin danno de agua ninguna que reçume” (…)[3]. En 1694, tenemos una nueva descripción pero no hay referencias a ninguna reparación: (…) “mas adelante esta un torreon de la dicha fortaleza, la capilla de ella, que es de boveda con sus lunbreras y dos imajenes de bulto, pequennas de Santiago y san Roque y en medio de ella un aljibe de agua. Al salir de la dicha capilla a mano yzquierda esta un aposento pequenno” (…)[4]. Esta es la última referencia a la capilla del castillo en la documentación. Se desprende del texto que, aunque la fortaleza está en desuso y arruinada, la capilla quizá se utilizara todavía para el culto dado que mantiene sus imágenes. La parquedad de la información no permite hacer conjeturas sobre cómo y hasta cuándo fue utilizada.

La primera referencia gráfica que tenemos de la torre nos llega a través de un plano de 1811. En él se detallan las obras defensivas que se habían proyectado por parte del ejército francés para mejorar las instalaciones del castillo de Alange y que fue propiedad del mariscal Soult hasta que pasó a formar parte del Servicio Histórico de la Defensa Francés[5]. En dicho plano, se representa el cerro del castillo con los distintos restos de la fortaleza marcados en rojo. En el centro del dibujo se diferencia con total claridad la torre a la que estamos haciendo referencia.

Un segundo registro gráfico del castillo, en esta ocasión con un carácter más artístico es un grabado de mediados del siglo XIX[6] en el que se recoge una vista de la fortaleza desde el Este. En primer plano aparece representada la torre de la capilla junto a la torre del homenaje comparada con las fotografías de comienzos del siglo XX, comprobamos que ya se encontraba en un avanzado estado de ruina pese a que pudiera parecer lo contrario.

De comienzos del siglo XX es una imagen que llega hasta nosotros sin referencias sobre la publicación a la que pertenecía. Tan solo el encabezado en la parte superior de la fotografía con el nombre de la provincia, Badajoz, y el nombre del lugar en el pie de foto, Castillo de Alange. Pertenece probablemente a alguna publicación sobre castillos de la región, aunque no hemos conseguido identificar a cuál de ellas. Es esta, sin duda, la fotografía más antigua que recoge la torre de la capilla. En ella se aprecia como el muro de la cara este de la misma ha perdido tan solo la parte izquierda del arco del hueco interior, conservando aun la parte superior.

La siguiente fotografía, siguiendo un orden cronológico del registro gráfico existente, de la torre corresponde a la realizada por José Ramón Mélida para su catálogo monumental de la provincia de Badajoz. La imagen recoge un primer plano de la torre con la del homenaje al fondo. En ella se observa como la parte superior del arco que había desaparecido, también se ha venido abajo, manteniéndose tan solo el esquinazo de la bóveda en ese punto.

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Torre de la capilla en primer plano, detrás torre del homenaje (fotografía de primera mitad del siglo XX).

Al catálogo de Mélida, se añade además un levantamiento planimétrico que recoge la planta del recinto alto. Debemos destacar el detalle de la planta de la torre de la capilla en la que dibuja una hornacina en cada muro, abiertas todas ellas hacia el exterior de la torre . No entendemos que le llevó a representarlas de esta forma, cuando las cuatro hornacinas se abren al espacio interior de la torre.

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Sup.: Plano del recinto alto del castillo realizado por Mélida, a la derecha detalle ampliado de la torre de la capilla. Inf.: Planimetría actual del recinto alto, a la derecha detalle ampliado del estado actual de la torre de la capilla.

En sucesivos años se realizaron varias tomas fotográficas que recogieron el progresivo deterioro de la torre. Nos encontramos con imágenes de la misma en colecciones de postales como las de Leopoldo López, realizadas hacia el final de los años 20 del pasado siglo o como la de S. Álvarez, realizada entre los años 40 o 50 en la que registra ya la ruina total del mismo.

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Estado actual de la torre de la capilla en primer plano. Tan solo se conserva parte de la cimentación y fragmentos de muros y bóvedas caidos sobre el arranque de los muros.

En la actualidad, los restos de la torre apenas superan en altura el metro y medio en las zonas donde los muros se conservan mejor. Del perímetro de la misma conocemos tres de sus cuatro caras, habiendo desaparecido por completo la que se encuentra al Este. La fábrica de los muros es de mampuestos de pequeño y mediano tamaño tomados con abundante mortero de cal. Aparecen también en la masa fragmentos de teja y ladrillo. De un análisis detallado y pormenorizado de los muros que se conservan se deducen al menos dos etapas constructivas.

En la parte Oeste se aprecian dos muros paralelos unidos por sus caras interiores. De la zona de contacto se deduce que en primer lugar se levantó el que está en la parte exterior y que con posterioridad se construyó el de la parte interior. Algo similar ocurre para el muro de la cara norte, donde adosado a la cara exterior del muro conservado se conserva restos de un muro exterior que recibía además el pavimento de ladrillos del patio tal y como lo atestiguan algunos pequeños restos del mismo.

En la zona Sur, el muro ha perdido casi toda su altura, conservando tan solo algunas hiladas de la cimentación. En la base de dicho muro en su parte interior se observan restos de ladrillos que pueden formar parte del pavimento o del extradós de la bóveda que cubre el aljibe que había bajo la torre y que estaba destinado a recoger las aguas del patio de levante.

Proceso de documentación y registro de los restos conservados.

Previamente a la realización de la anastilosis virtual, fue preciso documentar los restos conservados. Para ello se realizó un registro fotogramétrico que permitió obtener modelos digitales tridimensionales de alta precisión y que sirvieron de base o punto de partida en la reconstrucción de la torre.

El registro fotogramétrico conllevó una inspección ocular previa de los fragmentos conservados, en una búsqueda de aquellos restos identificables con elementos arquitectónicos que conformaban la torre. En primer lugar se hizo una fotogrametría del lugar donde se asentaba la torre y de las estructuras que se conservan insitu. Esto permite después generar un punto de partida sobre el que orientar las piezas desplazadas.

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Elaboración del modelo fotogramétrico.

Además de la base, se identificaron tres fragmentos de la torre que tenían posibilidad de ubicarse en un área muy cercana a su emplazamiento original.  El primer fragmento, conservaba un parte de uno de los arcos de las ventanas u hornacinas documentadas ya por Mélida. Tras obtener el modelo digital se comprobó que no se trataba de una ventana de herradura, sino de un hueco con una bóveda de cañón abocinada, de mayor diámetro en el interior de la torre y menor en la parte más externa.

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El segundo fragmento tiene dos partes que permiten acercarnos a su posición original. Por el intradós se conservan restos del enfoscado de la bóveda de la torre, mientras que el extradós se forma por una superficie plana con un tratamiento impermeabilizante a base de un revoco de almagra. En uno de los bordes de ese plano, se forma un saliente que en un principio asociamos al resto de alguna almena, idea que después de realizada la anastilosis desechamos al no coincidir con el perímetro de la torre.

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El tercer fragmento, el de menor dimensión de los identificados, responde a una de las aristas de la bóveda. Se trata de un fragmento de fábrica de ladrillos colocados a sardinel con una ligera curvatura en dos planos diferentes. En la intersección de ambos planos se genera una arista que se hace visible en el enfoscado del intradós. Por los restos hallados, entendemos que la bóveda era de arista, cuatripartita y probablemente por su curvatura formada por arcos generatrices apuntados.

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La anastilosis virtual  y reconstrucción de la torre

Una vez obtenidos todos los modelos digitales de los diferentes fragmentos de la torre se procedió a realizar la anastilosis virtual. Este procedimiento de reconstrucción tiene su origen en la anastilosis de piezas reales que se realiza en la restauración de edificios y monumentos. El término anastilosis hace referencia a la devolución a su posición original de piezas o elementos arquitectónicos que por su configuración o su morfología es conocido el emplazamiento original.

En la realización de una anastilosis virtual jugamos con numerosas ventajas. En primer lugar la economía que supone la movilidad de los fragmentos en un entorno virtual sobre la complejidad de realizar el mismo proceso en un entorno real. Por otra parte permite plantear a un mismo tiempo diferentes soluciones, sin que ello perjudique de forma alguna al modelo real. Finalmente, la intervención no invasiva garantiza el estado de conservación sin necesidad de tomar otras medidas que las de la propia preservación de los restos.

Una vez identificados y aislados los diferentes fragmentos de la torre, se procedió a su reubicación en los espacios de la misma más acordes en función de las fotografías existentes previas a la ruina y del análisis del posible proceso de colapso del edificio en función de la situación de los restos caídos. Tras la restitución de los mismos se procedió a generar los volúmenes de estos elementos, dando como resultado el modelo digital de la figura.

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Anastilosis virtual de los elementos documentados y reconstrucción en base a los restos y las fotografías existentes.

El resultado de la anastilosis nos proporciona información que, con el apoyo de la fotografía histórica y los datos arqueológicos de la intervención que se realizó en este espacio, permite reconstruir el volumen planimétrico y la evolución del edificio. Se trata de una torre de planta cuadrangular y con una pequeña entrada, desde el interior del recinto del castillo, situada en la esquina noroeste. En una segunda fase, se construye un nuevo muro perimetral interior que refuerza todo el edificio. Entendemos que dicho muro se levantó con el fin de proporcionar apoyos a una bóveda de arista que cubriera todo el espacio y que por problemas estructurales del muro exterior, se decidió usar este como refuerzo. En esta segunda fase los muros iban aligerados con la formación de huecos rematados por arcos de medio punto en cada una de sus caras, que después ejercieron la función de hornacinas.

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Torre de la capilla en su fase islámica (izq.) y en la etapa santiaguista (der.)

De esta forma podemos afirmar con toda seguridad que Mélida erró al decir que existían arcos de herradura en las ventanas que se conservaban. Un error que parte probablemente del visionado de las fotos que utilizó para su catálogo y que comparada con otras fotos de la época se advierte que dicho arco no es de herradura, sino de medio punto.

También solventamos el error del plano en el que se señalan los huecos abiertos al exterior de la torre, cuando estos en realida estaban en los muros interiores levantados casi con toda seguridad ya en época santiaguista. El hecho de que se vean en las imágenes desde el exterior es como consecuencia de la pérdida de los muros de la primera fase constructiva de la torre, tal vez esta si era islámica, que a modo de piel recubría a la segunda fase. La masa de cal y piedras que sobresale en la cubierta a modo de voladizo, muestra la dimensión real del edificio antes de que se vinieran abajo los muros exteriores.

La búsqueda de tesoros inexistentes por visionarios y soñadores, se encargó de socavar sus cimientos y la naturaleza mediante sus elementos hirió sus altos muros. Ambos se encargaron de borrar los rastros de una de las primeras ermitas que tuvo Alange allá por el s.XIII  y de la que hoy sólo nos queda el recuerdo de unas imágenes borrosas y las narraciones de unos viajeros testigos privilegiados de su resistencia al paso del tiempo. Sin embargo la aplicación de nuevas tecnologías nos permite devolver un aspecto muy próximo al original a la torre y comprobar algunos errores de bulto cometidos por algunos de los que la estudiaron antes que nosotros.

[1] GARRIDO SANTIAGO, Manuel. Documentos de la Orden de Santiago sobre castillos extremeños. Cáceres, 1989. p. 14. (AHN. SOM. OS. Libro de Visitas 1.10l-C de 1494. p. 461).

[2] IBÍDEM. Op.Cit. p. 16. (AHN. SOM. OS. Libro de Visitas 1.109-C de 1515. p. 328).

[3] IBÍDEM. Op. Cit p. p. 26. (AHN. SOM. Archivo Judicial. Documento nº 56.745).

[4] IBÍDEM. Op. cit. p. 26. (AHN. SOM. OS. Libro de Visitas 1018-C de 1604. Fol. 43r).

[5] TESTÓN NÚÑEZ, I. et alii. Cartografía de un espacio en guerra. Extremadura (1808-1812). Badajoz, 2008. Pág. 133.

[6] RONCHI, A. Ed. Castillo de Alange (Badajoz). Lit. Donon. Madrid. s/f.

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